Cuando los centros de salud enfrentan un suministro eléctrico inestable, uno de los mayores riesgos es el deterioro de las vacunas.
Los centros de salud rurales a menudo enfrentan la misma responsabilidad que los grandes hospitales urbanos: almacenar las vacunas de manera segura y mantenerlas potentes hasta su uso.
El desperdicio de vacunas se debe a variaciones de temperatura, cortes de energía inesperados y errores de los operadores.