Las vacunas se encuentran entre los productos médicos más sensibles a la temperatura del mundo. Desde la producción hasta el punto de uso, deben almacenarse en rangos de temperatura precisos, típicamente entre 2 ° C y 8 ° C para la mayoría de las inmunizaciones de rutina.
El transporte de vacunas de forma segura desde instalaciones de fabricación a clínicas remotas es uno de los desafíos más complejos en la logística mundial de la salud.